MMJ Día 14: Milo - Editorial Alpaca.
Milo
Cuando uno es pequeño se aferra a las primeras enseñanzas que nos otorgan, casi como en un don feérico, las personas que nos rodean, aquellos quienes nos aman (Si es que los tenemos). Regalos que pueden ser tan beneficiarios como contraproducentes, aunque la gente aún se niegue, el mundo es un lugar cruel hasta para los niños. Pero él había crecido en una casa con amor, donde la maldad era algo perdido y empolvado en el olvido y los castigos significaban un tirón de orejas y pedir perdón, ¿Y cuál fue su don? le habían enseñado a soñar, que las cosas materiales tenían su límite, pero la cabeza no ¿Beneficio o problema?
Tenía tantos sueños que no le cabían en la cabeza, sus pies jamás tocaban la tierra y volaba a realidades diferentes que lo ayudaban a refugiarse de lo que el mundo era, aquél mismo que odiaba y jamás quiso comprender. Aquella cosa de lo que ‘su’ mundo se había convertido superaba la realidad. Y es que ésas horas de escape lo dejaban vivir en paz con el entorno, con su propio mundo interno, tan rico que no tenía horizontes a los que mirar buscando amaneceres. Pero la edad, las frustraciones, la soledad hicieron que de a poco ambas realidades se encontraron y colapsaron entre ellas con agresividad. Diría que fue un pasaje sencillo de su vida, pero sería mentira y no estoy aquí para contar mentiras.
Luego de la gran tormenta que aquella colisión significó vino la crisis, porque no siempre después de la tormenta llega la calma (Y también hay cosas después de ti). Y las crisis, necias, les gusta jugar a dejar huellas en uno, cambiar las cosas de lugar irreversiblemente. Y eso hizo aquella crisis, porque no era muy diferente a las demás y también procedía con malicia. A pesar de ser un padecimiento, cambió ambos mundos para mejor, o por lo menos eso creyó él. Eso sigue creyendo hoy y eso demuestran los hechos, aunque siempre hubo y supuso habrá vaivenes. Creció, no de estatura o edad, creció por dentro, en el alma, donde se ocultaba aquél niño fuera de contexto apareció algo similar a un adulto, pero aún estaba lejos de serlo, mucho más en la edad en la que la adolescencia tardía estaba permitida. Pero no había aparecido para reemplazarlo, el adulto había aparecido para proteger a aquél niño que de tanto soñar un día saltó de una nube y el suelo bajo sus pies no respondió. Al mismo tiempo la crisis lo había dejado débil, vulnerable. Porque a las heridas sólo las cura el tiempo, pero casi siempre dejan cicatrices que jamás se van. Cicatrices llamadas ‘memoria’ y de la memoria uno no puede desprenderse, es algo pegajoso, rabioso que se entremezcla entre la carne y te deja sumergido en su aroma. No podía olvidar, pero podía intentar jugar a ser nadie. De a poco cambió todo lo que era él, todo se fue. Y quedó un cascarón, que no estaba vacío, pero que había que volver a llenar, reemplazando lo viejo con las cosas nuevas que había dejado la crisis. Reemplazar, emparchar, reconstruir y volver a derribar. Ensayo y error. Llenar su vida de aciertos y errores que corregía tanto como sus textos. Porque no todos pueden hacer las cosas bien a la primera, mucho menos a la segunda, pero luego del tres vienen números más grandes. Números que no se parecían a los anteriores, números más difíciles, pero que tal vez encajaban con su ‘nuevo yo’. El nuevo yo que aún soñaba con cambiar el mundo con un grano de arena.
Mad Hatter
XX0916
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Bueno hoy es el día 14 de María Mónica Jimena, y como todos los días 14 del mes, algo de mi autoría. Bueno, les quería hablar sobre lo que acaban de leer. Es mi biografía narrada en tercera persona. No una biografía tradicional ni tampoco una que diga mucho dato personal, pero es algo que me describe completamente. tengo un muy fuerte niño interior, tuve una gran crisis para pasar a vivir en la realidad -aunque no abandoné mi imaginación, pero por la medicación está medio agonizante- y bueno, eso, nunca dejo de soñar, de imaginar, de contarme historias. Es mi esencia vivir de la fantasía. Se los comparto, espero que les haya gustado y nos vemos, con suerte, mañana.
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