Cortometraje: The maker.


En nuestro afán por desvirgar éste blog y hacerle trillizos les traemos el primero de los, espero muchos, cortometrajes/videos no-pornográficos en ésta sensual entrada.

The maker es un corto en stop motion* creado en el 2011 por el australiano Christopher Kezelos, nominado en una gran cantidad de festivales y ganador de unos cuantos premios. Desde su inicio llama la atención su estética que tiene un toque 'Burtoniano' -o por lo menos a eso hace recordar- y su exquisita banda sonora, creada bajo el nombre de Winter por mano de Paul Halley. En éste caso, el corto fue el que se inspiró de la canción, dando excelentes resultados como ya podrán ver. La maqueta/escenografía es de una muy buena calidad, los detalles están altamente cuidados y muchos realmente no llegan a apreciarse, pero es un entorno realmente muy completo y disparejo, siendo bien claro que la imperfección es lo que lleva al realismo. En fin, sin más charlatanería, con ustedes, The Maker: 


[Primero míralo, luego sigue leyendo. Advertido estás, mortal].

Luego de verlo son muchas las sensaciones que inspira, las interpretaciones que pueden dársele, sin embargo la calidez es algo que se puede apreciar desde cualquier punto de vista, el amor también está muy presente, no propiamente hacia una persona-o coneja-, sino el amor en si mismo, hacia lo que uno hace con sus propias manos, el esfuerzo y la satisfacción de un trabajo bien hecho.


En el comienzo se le ve al protagonista trabajando preocupadamente por la creación de una compañera a contrarreloj, tal vez para apaciguar la soledad, para tener a alguien a quien amar, o eso por lo menos da a entender en un comienzo. Nace la incógnita de qué sucedería cuando el tiempo se acabe.
El libro dicta los pasos a seguir, posee todas las respuestas -mas o menos como en la vida real-. El conejo bizarro se pone a preparar a su semejante. Más en cuanto lo termina intenta despertarla y nota que no basta su esfuerzo para dar la vida, algo le falta e intenta de todos modos averiguar qué es, ése algo no es un libro, no es educación, no son demostraciones; no se puede enseñar la vida. Sea lo que sea, parece fuera de su alcance mientras el tiempo sigue corriendo.


Vuelve a recurrir al libro cuando da con las partituras de Winter para el violín. Comienza a tocar, esperanzado, cierra los ojos, ya no necesita mirar las partituras, él sabe cómo sigue. Escucha su ejecución, ella abre los ojos. Descubre la verdad: la verdadera pasión da vida.

En un apartado...¿Sólo a mi me inquietó su mirada?

Termina el solo de violín, ambos con los ojos abiertos, se sonríen. Se toman de las manos, se abrazan con plenitud de parte del protagonista, realización. Por fin había logrado su cometido, ya no estaría sólo... o eso es lo que nos quieren dar a creer ¿No? ¿O acaso no creímos todos que ahí había llegado el final feliz?


Pero los últimos segundos del corto cambian ésa vista estereotipada del romance. El tiempo no se detuvo a esperar, nunca lo hace. Toma el libro y lo deja en sus manos sin explicación alguna. Lo que él realmente quería era alguien que continuara con su legado, alguien que hiciera que todo eso siguiera existiendo.
Le da el libro, aún sonriente, satisfecho. El tiempo llegó a su fin y tras destellos coloreados el protagonista se evapora, pero completamente realizado. La mesa de trabajo queda en orden una vez más, se presenta un personaje nunca antes visto: el silencio. La mirada de confusión se vuelve a repetir, el reloj gira volviendo a empezar, la música se inicia una vez más, vuelve a comenzar el infinito.
¿Y qué conclusión podríamos sacar de ésta historia?
Tal vez, viéndolo desde la esquina romántica-esa donde a uno le da diabetes de sólo pasar- el conejillo si quería a alguien a quien amar en medio de su corta existencia, tal vez sabía que sería la única oportunidad que tendría, tal vez ésas pocos segundos le bastarían para ser feliz, tal vez. Acaso todo esto... ¿Fue sólo porque quería un abrazo? Sentirse querido, aunque sea sólo un instante.
También se puede tomar por el lado del trabajo, the maker. La experimentación del éxtasis de la realización de un proyecto, la satisfacción de un legado. Hacer algo con la vida más que sólo ver pasar el tiempo-osea, lo que hago yo-, un objetivo, una obra que destaque nuestra existencia sólo nos dejaría partir con plenitud.
Como un padre para una hija también pudo sólo haberle querido enseñado el mundo a alguien más, su legado habría sido que ése pequeño trozo de vida siguiese existiendo.

¿Qué opina usted, March Hare?
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Apología a la milanesa por March Hare.
La cadena alimenticia es un ciclo, la educación es un ciclo, todo proceso tiene su ciclo, y sí, chicas, las menstruación también es un ciclo. Hace muchos, muchos años -tantos como los dedos de una mano pueden contar-, para un trabajo de filosofía -con fecha de caducidad del milenio pasado- en la escuela me preguntaron '¿qué pensaba de la vida?'. Mi respuesta improvisada, en la que más tarde encontraría mucho sentido fue: La vida es un ciclo compuesta de otros ciclos.
Y aunque peque de repetir la palabra 'ciclo' más veces de las que su lengua pueda pronunciarla sin atorarse, mantengo mi respuesta. La vida es un ciclo, nacemos, crecemos y morimos -la historia de la humanidad en cuatro palabras-. Pero nacimos de alguien, y a su vez, alguien -o algo- nace de nosotros. Todo lo que está al alcance de nuestra minúscula comprensión tiene un principio y un final, pero ningún principio, como tampoco ningún final, son completos. Porque todo principio derivó de algo y todo final desencadenará algo. 
Nacemos, aprendemos, crecemos, formamos lazos, conocemos, dejamos huellas no importa su grosor, y finalmente somos acunados por la fatalidad. 
Ah, quizás se estén preguntando qué tiene esto que ver con el corto que el ingenioso hidalgo Mad Hatter nos introdujo. Mi respuesta: todo.
Desde el momento en que el conejo despierta en el mundo sabe que está corriendo una carrera contra el reloj. ¿Qué pasará cuando la arena termine de correr? Probablemente lo ignore tanto como nosotros antes de verlo, pero sabe que algo ocurrirá. Sabe que sólo tiene un determinado tiempo para hacer algo. Algo, lo que sea que deje algo de sí en ese mundo cuando ya no esté. En sus manos está el libro que tiene las indicaciones, pero no las respuestas y llevarlo a cabo es la razón de su existencia. Por eso crea a la coneja, pero cuando las miradas se cruzan por primera vez, cuando los brazos se entrelazan por ultima vez, la arena ha terminado de caer. 
Y el conejo desaparece.
¿Pero es ese el final? ¿O sólo es el principio a un ciclo que seguirá repitiendose hasta que ninguno de nosotros pueda ya llevar cuenta?
La coneja lo ha visto, tiene una clara imagen de lo que debe hacer, y en sus manos tiene ahora el como. Entonces la razón de su vida será recrear esa última imagen y desaparecer cuando su meta, y tiempo, sean cumplidos. Y así otra vez, y otra vez, y otra vez...
¿Por qué? Probablemente buscar una sola respuesta sea lo más estúpido que podríamos hacer. Pero hay algo seguro, en gran medida, estos seres 'racionales' que somos conocidos como humanos, necesitamos razones, necesitamos metas, necesitamos motivos, porque esos le dan sentido a nuestras disparatadas vidas. 
Muchas veces nos negamos a aceptar que somos diminutas partículas de polvo en algo mucho más inmenso que todo lo que cada uno de nosotros puede imaginar junto. Pero eso somos, una pequeña partícula en el inmenso ciclo de la vida que nos puso en este lugar para que hagamos lo que podamos hacer, sin motivos, sin razones, más que las que nosotros mismos podamos encontrar. 
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"Life is what you make it".
  La vida es lo que hacemos de ella, lo que dejamos para los demás. 



*Stop motion es una técnica de animación en dónde el movimiento surge de la secuencia continua de fotografías, en general se utilizan muñecos o figurines articulados frente a una maqueta o escenografía y se precisan de aproximadamente 24 fotografías por segundo de animación. 

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