Un viaje sin retorno.

Dije que mostraría alguno de mis dibujos y pos aquí vienen. Intentaré no dar mucha introducción, básicamente porque tengo paja, el día está choto y eso fomenta la paja.
Dibujo desde que tengo memoria... fue por imitar a mi hermano mayor que me metí más a pleno con ello. El dibuja genial y cree que yo también dibujo genial, de algún modo nos complementamos. Pero pasé muchos años dibujando para EL señor ORTO. Aunque siempre mejor de lo que se esperaba para mi edad. Incluso desde el preescolar -Que comencé a ir a los tres años porque yo se los pedí a mis padres- dibujaba como todo infante, pero a diferencia de ellos, cuando ingresé al preescolar ya coloreaba sin salirme de las líneas -en general- y utilizando los colores verdaderos de las cosas, cosa que no muchos pueden presumir a ésa edad y cuestión por la cual felicitaron a mi madre. Pero mantengo recuerdos del preescolar y recuerdo que ODIABA que pintaran la tierra de negro, por ejemplo. Yo intentaba razonar los colores con mis compañeros, pero qué se puede decir de simples infantes... Incluso una vez una chica, llamada Carolina, creo. Dibujó un ciego sin ojos, y cuando yo le pregunté por qué no tenía ojos me dijo "Y, porque es ciego"... sólo puedo decir que lol. 
Cuando ingresé a la primaria... no recuerdo nada, pero toda la vida tuve ésa clase de gente que te dice "¿Me haces un dibujo?" y yo "¿Mi hicis in dibiji?". De acá que te voy a hacer un dibujo. Igualmente siempre hubo alguien que se ganó un dibujo mío, por estima más que nada, pero yo no regalaba, ni regalo dibujos a la ligera. Incluso he llegado a regalar fotocopias de mis dibujos para no desprenderme del original. A menos que sea un dibujo que no me importe y últimamente no muchos me importan. 
Mi objetivo a largo plazo, en el dibujo, en un principio fue dibujar animé, cuando lo logré, seguí con el realismo, y como no me costó casi nada pasar de uno al otro, mi objetivo más difícil que apenas he rozado las puertas es el hiperrealismo. Pero cuando enfermé y dejé las clases, dejé de dibujar. Antes hacía por lo menos tres dibujos a la semana, y en la época escolar hacía como tres dibujos al día. Hoy, con suerte hago un dibujo cada cuatro meses. Por eso no he podido llegar a mi meta hiperrealista. Por eso no progreso y por eso he perdido la confianza en mi mismo y me creo, así, de repente, que soy un muy mal dibujante. 

















Este dibujo en particular nunca lo terminé, lo estaba haciendo en la pared sin pintar de mi habitación, es la máscara de Corvo de Dishonored, con tiza y carbonilla. No lo avancé más que éso poque tuvieron que pintar la pared. Pero sé que desde debajo de la pintura, la máscara sigue mirándome.




Mi deuda queda pagada, no creo que vaya a hacer otra entrada sobre mis dibujos, soy muy celoso de ellos, ya que siento que perdí la capacidad de volver a hacerlos. Quién sabe si alguna vez volveré a dibujar como lo hacía. 
Espero que la historia no termine donde la cuento, aquella es sólo mi humilde esperanza. Pero también sé que jamás seré lo suficientemente bueno y siempre le veré el pelo al huevo y le buscaré la quinta pata al gato. Tengo, por ejemplo, conocidas que estudian arte para profesionalizarse de ello, y puedo decir sin ningún temor que dibujo mejor que todas ellas. Tal vez no veo originalidad en mis dibujos, eso es cierto y en ése aspecto puedo verme superado con facilidad. También sigo páginas en el fb de arte en el que me rompen el orto día a día con artistas de todo el mundo. Por eso también me gustaría hacer un curso de ilustración, para comenzar a colorear, para mejorar en el dibujo creativo, para ilustrar mis propios escritos. Sería algo que me encantaría. Pero lo digo ahora que caigo en cuenta: dibujar es un viaje sin retorno. Un dibujante perfeccionista jamás estará satisfecho, porque en el fondo sabe que siempre se puede mejor -o que por lo menos hay un niño asiático que lo hace mejor- y que existen otros estilos, otros medios, otro, otro y otro. Y nunca se llegan a abarcar todos los 'otros'. Un viaje sin retorno. 
Vargas es mi apellido, para quién se pregunte si los dibujos son realmente míos si los vieron por alguna otra página de internet. El nombre o apodo puede cambiar. 
Añoro mucho hacer lo que hacía. Pero por lo menos me tranquilizo en que soy capaz de ver el error de los demás en dibujos profesionales, eso me indica que no he perdido el ojo. Lógicamente también los veo en los míos. E insisto por última vez: un viaje sin retorno. 


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