Nihonjin no Shiranai Nihongo: Ensalada de lenguas a la vinagreta

No, éste NO es un borrador abandonado hace meses que intento revivir y por eso comienza como si estuviera hablando de cosas que publiqué ayer...

- ¿Ayer? Pensé que siempre eran las 6.

¡Y así es! Pero el espacio-tiempo es muy complicado para que los mortales lo entiendan. ¡A la cucha, Owen!

...


Hello, mates! He vuelto, y está vez con más que frases a voces muertas que nunca morirán o cartas de odio al ser que no quiso ser. De hecho, como yapa, les traigo un híbrido de resonancia entre Porciones de realidad con mermelada de frambuesa y Batido de entretenimiento con frutilla y dulce de leche (y algunas Grageas de todos los sabores).

¿Qué? ¿Que las grageas y la mermelada de frambuesa no se mezclan con dulce de leche? ¿Quién lo dijo? Fue Owen, ¿no? Bueno, en realidad, la cosa es la siguiente, he estado viendo -ya lo terminé, de hecho- un dorama. Y para aquellos que no sepan con qué se come un dorama, con helado, porque es una novela asiática, en este caso, japonesa. Bueno, este dorama trató una temática muy interesante para mí, y es por eso que quiero no sólo recomendarlo sino también abarcar un poco de lo que toca: El lenguaje.

Hace días -meses, tal vez- le decía a Mad que dejara de morderme, que haría una entrada que llevara algo más que mi sentimentalismo barato de vez en mes y quería hablar de la importancia de las palabras. Bueno, esa temática en concreto quizá la deje para más adelante, pero con ayuda de Nihonjin no Shiranai Nihongo vamos a proceder a comenzar esta entrada.



Nihonjin no Shiranai Nihongo, que en español vendría a ser "El japonés que los japoneses desconocen" -o eso dicen, al menos, ya que no hablo japonés ¡AÚN!-, es un dorama que consta de 12 capítulos de media hora cada uno. En él se narra la historia de Haruko, una excéntrica aspirante a maestra de secundaria que por jirones de la vida termina haciendo una suplencia de 3 meses como maestra de japonés en una escuela para extranjeros. Entre sus nueve alumnos se hayan personas de diferentes nacionalidades, con diferentes lenguas madres, diferentes culturas y diferentes maneras de ver el nuevo mundo que los rodea. 

Primero que nada, les dejaré el video por el cual lo conocí y que me llevó a verlo completo, a ver si les pica el bichito de la curiosidad.





Ok, ahora me gustaría presentarles a los personajes. Comencemos por los maestros:

Kano Haruko es esta carismática y colorida joven cuyo sueño es convertirse en maestra de secundario. Hasta ahora ha fracasado porque la rechazaron por no acatar los códigos de vestimenta. Ella se identifica a través de su manera de vestir y se niega a dejar de ser ella misma. Pero entonces, Akimoto sensei, su antigua profesora de secundario que una vez la llevó por el buen camino y quien la inspiró para convertirse en maestra, le ofrece hacer una suplencia en una escuela de japonés mientras ella debe ser hospitalizada. Al principio Haruko está reacia a esto, puesto que ella no quiere ni está preparada para ser una maestra de japonés, pero a pesar de los incontables problemas ella crecerá y aprenderá a la par de sus alumnos.El deseo de Haruko de ser maestra nace cuando una vez mientras leía a una niña de primaria -creo-, la niña la agradeció con la frase que no sólo marcaría a Haruko para siempre y le haría darse cuenta de su vocación, sino que también marcará el final de cada episodio y el aprendizaje de diferentes lecciones por cada uno de sus nuevos alumnos: "Arigato, sensei".

Takasu sensei es el profesor que queda como encargado ante la ausencia de Akimoto sensei. Él es muy estricto con Haruko y constantemente la tienta a que renuncie. Pero hicieron una promesa de meñique (yubikiri), si ella no lograba que todos sus alumnos se graduaran no ejercería como maestra de secundaria. Pero a pesar de sus cruces y estallidos y que se la pasaran peleando a lo largo de los 12 capítulos, se puede notar que Takasu sensei sí llegó a apreciar a Haruko y el trabajo que ésta hacía. Haruko incluso lo ayuda a conectarse con su hija a la que hacía años que no veía. Takasu está casado con su trabajo, ama ser profesor de japonés y en su vida ha renunciado a muchas cosas por seguir su sueño, pero como él mismo admite, también ha ganado muchas otras.

Ya, del resto no hablaré tanto. Tenemos a Akimoto sensei, que es la que menos aparece, pero ha sido de gran importancia en la vida y decisiones de Haruko. Ella salvó a Haruko de que fuera expulsada en secundaria, haciéndose responsable por la mala conducta de ésta, diciendo que un maestro es como un padre. Haruko se sintió conmovida por la actitud de Akimoto sensei. Gracias a ella Haruko descubre que quiere ser maestra, y es también ella quien le da la oportunidad para alcanzar su sueño ofreciéndole su suplencia en la escuela de japonés.

Ah, creo que no cumplí. Bueno, terminando con la lista de profesores tenemos a Shibuya Taiyo y Kayory Miyuki, la parejita de tórtolos, porque toda novela necesita su parejita de tórtolos. Ambos entablan rápidamente una buena relación con Haruko y la ayudan a ella y sus alumnos a menudo.

Ahora, los estudiantes. Con ellos tenemos una pequeña ensalada de nacionalidades. Cada uno de ellos ha ido a Japón por sus propios medios, sus propios sueños o metas. Por ejemplo, tenemos a Elaine, la sueca que ama a los ninjas y creo que existen en el Japón moderno tal como los muestran en las historias. Paul, el inglés, un tipo despistado que definitivamente no es el típico caballero inglés xD, su sueño era ser pescador, si mal no recuerdo -¿qué? lo vi hace ya casi un año y no hay mucha información online sobre este dorama-. Jack, el estadounidense, es el más centrado y aplicado del grupo, el único del grupo que de hecho logra graduarse, está en Japón por negocios, le gusta la cortesía del idioma. Marie, francesa, una vieji que les recordará a sus madres(?, está obsesionada con los Yakuza -la mafia japonesa-. Diana, la rusa, ella quiere ser una cantante clásica japonesa conocidas como enka., y no recuerdo mucho más que eso... Bob, el nigga, otro estadounidense, él quiere hacer ramen, sí, como Brittany Murphy en aquella película. Luca, el otaku italiano, él es otaku y quiere ser mangaka, se enamora de una joven japonesa con la que trabaja en un café. Y los chinos, Kinrei y Ou, no hay razón para ponerlos juntos, sólo que ambos son chinos, él tiene problemas con su casero, y ella creo que quiere ser una idol o algo por el estilo.



Como verán, son personas muy diferentes, pero que tienen algo en común: todos están lejos de casa, en un país que no conocen, con un idioma que no manejan y una cultura muy diferente a las suyas que no terminan de entender, pero trabajarán duro por cumplir sus sueños y sentir que pertenecen al menos un poquito a ese lugar que les gusta tanto. Juntos, uniéndose cada vez más como grupo y con Haruko improvisando el papel de madre, irán superando los enredos en los que se van metiendo y así irán aprendiendo. Juntos.

Arigato, sensei

Como dije arriba es la frase que marca cada capítulo, y como Haruko dice al final, "arigato" es su palabra preferida. Arigato quiere decir gracias. 

Nihonjin no Shiranai Nihongo nos muestra mucho de la cultura y el idioma japonés a aquellos que nos gusta este país, pero también nos muestra muchas otras cosas, la importancia de cada idioma y de las palabras, el trabajo en equipo, la empatía por los otros y cierto sentido de pertenencia. Puede enseñar mucho, si lo dejan. Y una vez que se acostumbran el nombre no es tan difícil, salvo que intenten leerlo así: 日本人の知らない日本語.

And also, esta serie nos recuerda que una de las mejores maneras de aprender es a la par de quienes nos enseñan. 

...

Ahora vamos a la parte de la mermelada de frambuesa(?

The thing is, Haruko, que es japonesa, a menudo se ve en aprietos porque sus alumnos le hacen preguntas de su propio idioma que ella no sabe cómo responder. Y ésto nos recuerda que todos, sin importar nuestro idioma o nacionalidad, damos a nuestra propia lengua por hecha, y no nos permitimos ver más allá, el verdadero peso que tienen las palabras que decimos todos los días. En cambio cuando se trata de una lengua extranjera nos preocupamos por entender las diferencias, los matices. La lengua es el reflejo de la sociedad, pero no sólo eso, es poder, es habilidad, es magia, es oportunidad. La oportunidad de poder comunicarnos unos con otros, la oportunidad de expresarnos, de decir quienes somos. Las palabras por sí solas pueden crear poesía.

Ichigo, Ichie
-un encuentro, una oportunidad-

Ciertos idiomas -o probablemente todos- tienen ciertas palabras que no pueden ser halladas en otros. palabras con un significado más allá de lo que una simple equivalencia lingüística puede ofrecer. El japonés es un idioma hermoso, un idioma cortés, que busca hacer sentir bien y respetado al interlocutor. Por lo mismo es un idioma ambiguo. ¿No es hermosa la idea de un idioma que se detiene a pensar en los sentimientos del que lo oirá? Claro, soy consciente, no estoy loca (tan), son las mismas personas las que crean los idiomas, pero como toda creación, llega el momento en que se desarrollan tanto que crecen más allá lo que se pensó.

Alguien dijo una vez que el idioma es algo que está vivo, que nació, que crece, que cambia, varía con el tiempo y las situaciones, sufre modificaciones para adaptarse a una sociedad que a su vez debe adaptarse a él, y por supuesto, muchas veces también perecen. Entonces el idioma es algo que está vivo, que está entre nosotros, que nos permite comunicarnos, nos permite ser, y como tal debemos conocerlo, respetarlo, admirarlo. Es lo que nos da la belleza, nos da la poesía. ¿No es magia acaso convertir sentimientos en palabras? Las palabras son importantes, las palabras nos atan, pero a su vez nos liberan.

Así también, hay que ser cuidadosos, las mismas palabras que convergen de una forma para crear poesía, pueden hacerlo de una manera distinta para causar dolor. Una palabra puede salvarnos o hundirnos. Pero no se confundan, no es culpa de ellas, sino de nosotros mismos, quienes las manejamos. Las palabras sólo pueden darnos la libertad a la que nosotros mismos aspiramos, y sólo pueden atarnos tanto cómo nosotros lo permitamos, no tienen el poder de crear algo que no habite dentro nuestro, somos responsables de lo que decimos tanto como de lo que hacemos. 

Peco de ser romántica en este sentido, pero amo el lenguaje, amo descubrir palabras nuevas, ya sea en mi propio idioma u otro y contemplar las ya conocidas desde otro ángulos. He elegido el idioma como mi materia de estudio, y quiero seguirlo eligiendo. Mi idioma es parte de mí, los idiomas que aprenda también se volverán parte de mí. Yo creo firmemente que éstos son puentes que unen a diferentes culturas, diferentes personas. Yo quiero ser un puente. Quizás mi motivación sea más personal que colectiva, mi propia ambición de conocimiento, de entendimiento, pero la individualidad es también parte de nosotros. 

Detengámonos un segundo a oír el sonido de nuestra voz hilando palabras sueltas hasta formar una oración concreta, a sentir los trazos de nuestro puño al escribir, formando cada letra hasta obtener la palabra deseada. Detengamos a pensar qué hay detrás de lo que decimos, el valor individual de cada letra, de cada palabra que converge en un valor total, muchas veces incalculable. 

Aprovechemos este hermoso don de la consciencia que nos permite percatarnos. Simplemente percatarnos de que hay un mundo físico y uno abstracto a nuestro al rededor y dentro nuestro.

Inspirémonos.

Inspiremos.

Hablemos.












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